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La religión fiscal de los viejos tiempos

  • Foto del escritor: Jorge Chapas
    Jorge Chapas
  • hace 15 minutos
  • 2 Min. de lectura

¡El dinero alcanzaría si hubiera Gobierno Limitado!



En estos días se aprobará, casi sin cambios, el presupuesto del gobierno para 2026. El presupuesto es la política pública por excelencia. En él se materializa una visión política, por tanto, no te dejes engañar: su discusión no es “técnica”, sino completamente ideológica y política.  


Más allá de esa coyuntura pasajera hoy quiero enseñar sobre “la religión fiscal de los viejos tiempos”, traducción a lo que James Buchanan y Ricard Wagner en su obra “Democracia en déficit” de 1977, llamaron “the old-time fiscal religion”.


El tamaño de los edificios estatales es un buen indicador de lo limitado o ilimitado que es un gobierno. Construído en 1973, el edificio del Ministerio de Finanzas Públicas de Guatemala concentra gran cantidad de empleados públicos, salarios, sindicatos, energía, papel y burocracia, lo cual se corresponde con los presupuestos públicos ilimitados, deficitarios e inflacionarios.
El tamaño de los edificios estatales es un buen indicador de lo limitado o ilimitado que es un gobierno. Construído en 1973, el edificio del Ministerio de Finanzas Públicas de Guatemala concentra gran cantidad de empleados públicos, salarios, sindicatos, energía, papel y burocracia, lo cual se corresponde con los presupuestos públicos ilimitados, deficitarios e inflacionarios.

La religión fiscal de los viejos tiempos, de los tiempos previos a la irrupción de las políticas Keynesianas (por John M. Keynes), señalan estos autores, suponía 3 Principios fundamentales: 1) gasto público frugal, es decir, austeridad, no derroche; 2) presupuesto equilibrado, sin déficit, si no con superávit, y, 3) uso responsable de la deuda, o sea, “si se contraía una deuda importante para financiar un proyecto público, debía crearse un fondo de amortización para saldarla, con su iniciativa de ley correspondiente” señala el profesor Gordon C. Boronow


El presupuesto 2026 va y con él va más gasto público irracional, déficit, inflación y endeudamiento. Que no te sorprenda: esto se veía venir con el Arevalismo 2.0, fiel al socialismo de matiz “progresista”. El problema serio es que las élites (disfuncionales), especialmente el sector empresarial organizado, no se oponen por las razones correctas, sino que justifican, por ejemplo, el gasto público en rubros como educación y salud, cuando en realidad esas no son funciones propias y naturales de un gobierno. 


¡El dinero alcanzaría si aplicamos la religión fiscal de los viejos tiempos!


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Noviembre 26, 2025


Crédito de la imágen de portada: Archivo propio.

Crédito de la imágen interna: SIC - Sistema de información cultural

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