Carta abierta a los guatemaltecos sensatos
(Serie de tres artículos publicados el 4, 11 y 18 de noviembre de 2021).
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En los días recientes se ha manifestado la Municipalidad Indígena de Sololá, la Autoridad Indígena del Pueblo Maya Ixil (Quiché) y el Parlamento del Pueblo Xinca (Jalapa, Jutiapa y Santa Rosa) sobre la crisis política que vive nuestra Guatemala. Este artículo lo escribo para los líderes de estas organizaciones y especialmente para los guatemaltecos sensatos de los pueblos indígenas.
Sus comunicados tienen algo en común: ven la corrupción como el problema de fondo a resolver y como solución, exigen la renuncia del presidente Giammattei y de los diputados del Congreso de la República.
Al respecto permítanme cuestionar respetuosamente su postura: ¿Acaso no se removieron las estructuras corruptas del caso La Línea en las aduanas en 2015? ¿Qué pasó? Al cabo de unos meses aquellas estructuras, cual monstruo de mil cabezas, se había vuelto a reproducir y hoy la corrupción continúa, corregida y aumentada. ¿Acaso no se cambió al presidente y al vicepresidente? ¿Acaso no se cambió más de la mitad del Congreso de la República en 2015 y luego en 2019? ¿Qué pasó? ¡Nada, nada ha cambiado hermanos guatemaltecos!
La solución de fondo es cambiar el sistema socialista y oligárquico, el cual se inscribe desde la Constitución, en cientos de convenios internacionales perversos a los cuales ustedes suscriben y en miles de leyes malas que generan los incentivos para la corrupción. Reducir la corrupción será posible sólo cuando reduzcamos el gobierno a sus funciones de seguridad, justicia y obras públicas. ¿Implica eso una nueva Constitución? Sí, pero...en la dirección opuesta a la que plantean las izquierdas, o sea, hacia la derecha liberal capitalista. De nada sirve cambiar a los corruptos si conservamos el mismo sistema corruptor. ¡Será un honor entablar un diálogo con ustedes, escríbanme!
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Las demandas de la población continúan latentes, pero noto que sin advertir el problema de fondo y mediante “formas” que no son convenientes. Esta semana fue 48 Cantones. Permítaseme cuestionar respetuosamente algunas de sus demandas y formas.
Definitivamente bloquear carreteras no es la forma de exigir soluciones. Así, se violan los derechos y libertades de nuestros propios hermanos, amigos, vecinos y familiares. ¿Te gustaría que un día guatemaltecos de Zacapa o Petén impidan tu circulación por las calles y avenidas de Totonicapán? La forma pacífica, civilizada e inteligente es mediante partidos políticos, medios naturales para resolver problemas políticos. Lamentablemente, los partidos no cumplen su función o la cumplen muy mal, pero de eso hablaré en otro momento.
Sobre las demandas: el problema no son solamente las personas que hoy gobiernan nuestro país. ¡De nada sirve quitar al corrupto si mantenemos el sistema corruptor! En otras palabras y usando la metáfora del futbol: los árbitros dirigen el partido con base a las reglas establecidas. Quitar al árbitro no implica que cambien las reglas. Igual es en la política. Debemos cambiar el sistema de reglas, el cual ciertamente empieza por la Constitución.
¡Sí a una nueva Constitución! Pero no una con más de lo mismo: privilegios económicos, asistencialismo estatal, excesiva burocracia y redistribución de la riqueza. Necesitamos una que establezca reglas iguales para todos, que limite al gobierno a sus funciones de seguridad, justicia y obras públicas, y que genere oportunidades de trabajo y mejores ingresos, liberando los mercados y potenciando la propiedad privada. ¡Unámonos por una constitución que genere orden, justicia, libertades, paz y progreso para todos! ¿Te apuntas? Adhiere al Partido Fusionista.
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En mis dos artículos anteriores he dicho por qué es necesaria una nueva Constitución, pero una basada en los principios del capitalismo para todos; claro, ¡solo si queremos tener seguridad primero, justicia de verdad, obras públicas de calidad y mejores ingresos! En este último artículo del año resumiré qué debe contener, pero como el espacio no alcanzará comunícate conmigo para ampliar el tema.
Una Constitución capitalista debe, primero, consagrar los verdaderos derechos humanos, los que son individuales y naturales a todos los guatemaltecos: vida, libertad y propiedad. Debe establecer un sistema federal, en el que departamentos y municipios puedan aprobar sus propias leyes, contratar sus propios policías, jueces y obra pública, y recaudar su impuesto único. ¡Esa es la verdadera autonomía!
En cuanto fije límites al gobierno, la Constitución devolverá las libertades, abriendo los mercados y desregulando toda actividad económica. Sin excesivos trámites, permisos, papeleo ni burocracia habrá mucha menos corrupción y fluirán las inversiones, las oportunidades de empleo y mejores salarios. La nueva Constitución debe liberar la educación, la atención médica y el seguro social de las cadenas del Estado, privatizando completamente y ayudando a los más pobres con “cupones o bonos” para que puedan pagar esos servicios.
Una Constitución capitalista debe otorgar el subsuelo en propiedad privada, enunciar que “no hay privilegios” para nadie, establecer dos cámaras en el Congreso, una menor cantidad de senadores y diputados, fijar los únicos siete ministerios posibles y retornar al patrón oro para que nuestro quetzal tenga valor y podamos comprar más con el. Por ahora debo terminar y no quiero hacerlo sin desear a ti y a tu familia estimado lector: ¡Feliz navidad y un próspero año 2021!
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