¿El inicio de un nuevo cisma?
La Iglesia cristiana ha vivido muchas crisis. Hasta el Cisma de Oriente, año 1054, era “católica”, del griego kata holos: “de acuerdo todos”, Oriente y Occidente. A partir de entonces, “católica” se llamó la Occidental, y la Oriental “ortodoxa”: en griego “recta opinión”. Ya menos “católica”, desde la Baja Edad Media la Iglesia occidental introdujo una serie de novedades doctrinales, litúrgicas, interpretativas y de gobierno, que llevaron a la Reforma Protestante en 1517, y a la Contrarreforma. Desde ese siglo XVI, “católica” se llamó la Iglesia de Roma. Y ya entrada la modernidad, lo mismo pasó con los dos Concilios Vaticanos, I (1869) y II (1962).
Hoy, cuando avanza el “proceso” que el Papa Francisco ha llamado el “sínodo de la sinodalidad” me da la impresión que estamos frente a una crisis de igual o mayor relevancia, ya que el propósito de este “sínodo” es la transición de una Iglesia jerárquica o vertical (clericalismo) a una de tipo circular (sinodal), creando condiciones para todo tipo herejías, blasfemias y sacrilegios.
Este cambio busca en última instancia que la Iglesia se “adapte al mundo”, cayendo no sólo en el relativismo más grosero sino abdicando al mandato bíblico que se lee en Romanos 12, 2: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto”.
La declaración Fiducia supplicans (confianza suplicante), publicada recientemente, permite la bendición de parejas en situaciones irregulares, homosexuales entre ellas. ¿Será este el principio del fin de la Iglesia Católica tal y como la conocemos, y el inicio de un nuevo cisma?
No tengamos miedo, pero seamos fieles críticos del progresismo católico; fieles sabios y proactivos en la Verdad.
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Guatemala, 27 de diciembre de 2023.
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