Un reto para guatemaltecos de bien
La semana pasada tuve la oportunidad de conocer Xenimajuyú, la aldea más grande de Tecpán, Chimaltenango. Nada nuevo de una aldea en el occidente del país: abundante agua, bonitos parajes, gente trabajadora y una gran montaña. De hecho su nombre en Kaqchikel significa “debajo del cerro”.
Fotografía: Marroquin Sipac
Lamentablemente también observé muchos problemas que enfrenta su gente: desorden urbano, falta de calles asfaltadas, uso de leña para cocinar alimentos, viviendas pequeñas y sin servicios básicos, escasez de agua potable, poco comercio, mala educación, contaminación de ríos y pobreza. En otras palabras: los resultados del estatismo.
El estatismo opera a través de leyes, leyes malas que dan mucho poder a los alcaldes y gobernantes y arrebatan funciones a los ciudadanos. Es como si al árbitro de futbol le diésemos también la función de atacar o defender a favor de un equipo. El estatismo produce desorden, violencia, injusticia y pobreza. El capitalismo, por el contrario, es cuando el gobierno se limita a sus funciones propias: seguridad, justicia y obras públicas. Es decir, cuando el árbitro hace únicamente lo que debe, sancionar las faltas y observar que el partido se lleve con base a las reglas del juego. El resultado de aplicar capitalismo es orden en calles y avenidas, buenas carreteras, seguridad ciudadana, justicia, energía barata y accesible, vivienda digna, agua potable y conservación de ríos y bosques. En síntesis, capitalismo es oportunidades para mejorar nuestras condiciones de vida.
En este año que recién comienza te invito a asumir el reto de conocer el capitalismo, el que es para todos. Y a explorar conmigo a través de esta columna semanal la manera en la que podemos aplicarlo para transformar las aldeas y municipios de nuestra bella Guatemala. ¡Dios te colme de bendiciones y buenos retos en este año 2020!
Guatemala, 03 de enero 2020.