El bien común bien entendido.
Eran más o menos las diez de la mañana. Brisaba. Al acercarnos escuchamos cánticos alegóricos a la Virgen María. De pronto irrumpió el Parque de Centro América, con su kiosko estilo griego al centro. Ahí dentro, un grupo no mayor de 30 personas, entre quienes se hallaban 3 sacerdotes católicos, sin el hábito eclesiástico, pero con estola y alzacuello. Con pancartas, Biblia en mano y megáfono, lanzaban reflexiones a favor de la “paz y la democracia”. Todos miembros del llamado “sector interreligioso”. Tres grandes pancartas abrazaban al grupo, dos de singular relevancia: en una se leía “Florecerás Guatemala” y en la otra un “Florecerás Guatemala por el bien común”.
Crédito de imágen: elespanol.com
Oh “bien común”, tanto alarde y jactancia a tu favor. Pero, ¿realmente quién eres? Acudamos pues al gran Aristóteles y al más sabio entre los santos: Tomas de Aquino. Ellos afirman que eres “lo que todos apetecen”. Dicen, parafraseándolos, que eres “la suma de todos los bienes particulares o individuales que existen en la comunidad”. Social y políticamente, podemos afirmar que eres “el bien alcanzado en cada esfera de acción social (gobierno, empresa, iglesia, escuela, familia, etc.) respetando su soberanía”, ergo (por tanto) la doctrina del bien común no puede estar separada de la doctrina del gobierno limitado.
Ni Semilla ni la UNE te entienden correctamente, moralmente; tampoco tantos católicos y evangélicos, y mucho menos quienes aprobaron el Artículo 1º de la Constitución vigente. Todos ellos acuden a ti, en palabras de San Juan Pablo II, con fines “totalitarios”. Bien común y totalitarismo son, por ende, intrínsecamente incompatibles y contradictorios, afirma el mismo santo.
Mientras el bien común, bien entendido, no sea adoptado y anhelado por los guatemaltecos, siento decir: ¡Marchitarás Guatemala!
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Guatemala, 09 de agosto de 2023.